Concluidas las 2 acciones que
desde “Escuelas de Calor” hemos convocado y llevado a efecto en los fríos días
de enero, queremos compartir algunas reflexiones y valoraciones que hemos hecho
por si pudieran interesar.
En primer lugar, queremos dar
nuestro más sincero agradecimiento a los medios de comunicación y a los/las
profesionales de la prensa que tanto colaboran con nosotras en la medida que
visibilizan nuestra lucha. Sentimos de muchos de ellos/as no sólo el buen hacer
periodístico, sino cercanía y complicidad pues son, como nosotras, madres y
padres que también tienen hijos/as en la Educación Pública y que están viviendo
de primera mano la situación. De todo corazón, gracias, no podría ser como es
si vosotras/os.
La situación por la que la
Comunidad educativa está atravesando desde que volvimos de las vacaciones de
Navidad es extrema, y lo es por 3 motivos:
1. 1. El principal, porque no se tomaron medidas en su momento -que debieron ser
planificadas desde mayo e implementadas en septiembre de este curso- como
habría sido necesario y como se demandó desde muchos colectivos para que la
vuelta a las aulas durante la pandemia de COVID fuera lo más segura posible
(inversión extraordinaria y acorde a la situación, refuerzo docente, bajada de
ratio, habilitación de espacios públicos para uso educativo, mejora de las
infraestructuras en cuanto a calidad del aire de las aulas aplicando la Ley de bioclimatización).
2. 2. "Repunte
explosivo” y “tsunami de COVID”, palabras que tomamos de presidente y consejero
de educación de la Junta de Andalucía, respectivamente, y que definen muy bien
la situación de descontrol de los contagios. Y los centros educativos no
son un universo paralelo, están en este.
3. 3. Ola
de frío, lluvia, nieve, que convierte las aulas en auténticas neveras y somete
a estrés térmico insoportable e insalubre a docentes y alumnado. Y
vendrá “la caló” y serán saunas.
Ante ese escenario podríamos
haber apretado los dientes y dar una vez más prueba de que la comunidad
educativa puede con todo -nos hace hasta sentir orgullosas, cuando lo oímos,
pero encierra una trampa, si se piensa fríamente-, o sumar a eso acciones que
visibilizaran la situación y animasen a decir BASTA. Nos parecía más digno
hacer lo segundo. Ya es cuestión de dignidad, y también de salud, por supuesto.
Damos el objetivo por más que
cumplido porque las compañeras, las familias, una vez más han estado a la
altura. Y porque “se ha movido el avispero”.
Después de estas acciones, ha
habido peticiones de cierre de centros por parte de ayuntamientos, de
asociaciones de direcciones de centro de primaria y secundaria, de sindicatos,
de comarcas… y ahora la Consejería tiene sobre su tejado tomar decisiones y
actuar, porque ya mucha gente no se cree eso de “los centros son seguros”.
Actuar responsablemente y no abundando en el mantra, ni retorciendo datos, ni
ocultando la realidad, ni amenazando a las familias que quieren proteger la
salud aunque sea a costa de la educación.
De una Consejería de Educación que tiene que gestionar este derecho fundamental reconocido en la Constitución y este servicio público esencial se espera algo más que coacción, amenazas y declaraciones tirando de cinismo que resultan insultantes. En el motivo 1 arriba indicado tiene pistas de por donde debe empezar a trabajar, porque hasta ahora no ha hecho nada a la altura de la situación.
Y una reflexión final que toca
hacer a cada AMPA o a cada persona que está en sus juntas directivas o tomando
decisiones “en representación de…”. Montones de familias asociadas se han
preguntado estos días: ¿dónde está mi AMPA? ¿Por qué no nos llega esta
información desde la AMPA? Y montones de
familias nos han dicho “menos mal que estáis denunciando esto, porque en mi
centro ni mu”. Aquí lo dejamos. Para pensar…
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