Si por normalidad se entiende volver a las aulas tal como
las abandonamos el 13 de marzo y en las mismas condiciones, no queremos volver
a la normalidad.
Desde que se desató la pandemia hemos asistido a meses de
noticias, informaciones y opiniones. Algunas ciertas, otras tendenciosas, otras
simplemente falsas, pero si algo ha flotado en el ambiente y el inconsciente
colectivo es que después de esto habría una “nueva normalidad” porque esto nos
había enseñado muchas cosas.
El confinamiento y el parón en seco de la vida “normal” nos
habían puesto ante la situación de valorar muchas cosas cotidianas que parecía
no valoráramos tanto cuando las teníamos al alcance de la mano. Se supone que
como personas y como sociedad hemos aprendido qué servicios son esenciales y
qué carencias presentan. De ahí por ejemplo ese gesto de aplaudir en los
balcones, pintar corazones, arcos iris, echar de menos la escuela y al profesorado...
Ahora llega el momento de planificar el curso 2020-21 y ya
parece que no interesa hablar de la “nueva normalidad” y la Consejería de
Educación de la Junta de Andalucía se desgañita diciendo que en septiembre se
va a volver a las aulas con “normalidad”. ¿Acaso no han visto la de brechas y
agujeros de la “normalidad” de la Educación Pública andaluza?
El borrador de las instrucciones que la consejería de
Imbroda ha preparado para el curso 2020-21 es una auténtica vergüenza. Lo grave
no es lo que dice, que se resume en obviedades sobre la práctica docente y de coordinación pedagógica que
nuestros profesionales saben hacer sin que se lo digan y mucho echar el balón
al tejado de la autonomía de los centros y sus equipos directivos, sino lo que
no dice, porque con esos aspectos silenciados la Junta de Andalucía revela:
- Que no piensa invertir más en Educación Pública.
- Que no piensa bajar la ratio para incrementar la calidad en la atención educativa necesaria, ahora más necesaria que nunca, y para tener garantía de distancia social (única medida preventiva con consenso científico y sanitario).
- Que no piensa incrementar la plantilla docente.
La “normalidad” ya era deficitaria, ya tenía carencias acumuladas
de años de recortes, y ahora es el momento de empezar a recuperar la educación
pública que la sociedad andaluza merece. Sería una irresponsabilidad por parte
de la consejería seguir como si nada, no sólo por el riesgo sanitario sino
también porque sería hacer una dejación de las obligaciones que como poder
público tiene de garantizar una educación pública de calidad. Sus políticas son
continuistas con las que había y eso no es sino seguir deteriorando la Pública.
Venimos de años de recortes, de políticas de cierre de
centros públicos, subida de ratio, despido de profesorado, pérdida de líneas
públicas, bajas que no se cubren, interinidades eternas que comprometen
proyectos educativos, privatización de servicios, infraestructuras abandonadas
y con nulo mantenimiento que las ha deteriorado hasta casi la ruina… ¿Y nos
dicen que tenemos que asumir que esa es la “normalidad”? ¿A esa normalidad
tenemos que volver? ¿Y encima arriesgando la salud de nuestros hijos e hijas,
de sus docentes y de nuestros abuelos y abuelas que los cuidan? ¿De nuestras
familias y toda la sociedad, en definitiva?
#AsíNoVolvemos. Ya se lo dejamos claro. Invierta en
Educación Pública. Recupere los niveles que tuvo. Valore de verdad a la
comunidad educativa, respétela, señor Imbroda. No nos haga la pelota de boquilla
para luego demostrar con sus políticas e instrucciones que le importamos menos
que nada.
Y deje de beneficiar a la educación concertada. Esa será la que le
interese por ideología y con la que empatice como empresario del sector que era
usted (Instituto MEDAC) hasta que cogió el cargo público, pero esa no es la de todos y todas. Es
la de quienes la eligen porque la pueden pagar, pero no es la nuestra. Aplique
políticas desde la equidad y destine recursos a la Educación 100% Pública que
es la que debe ser rescatada de la pandemia y de las políticas de deterioro,
desprestigio y desmantelamiento que llevan años aplicándose.
Dice el señor Imbroda que los niños y niñas de la concertada
también son nuestros niños y niñas. ¡Qué argumento más perverso! ¿Pretende
convertir la financiación de la Educación en una cuestión emocional y de
competición entre un alumnado y otro? No se puede caer más bajo en la
manipulación política y social.
Lo cierto es que las familias que quieren una educación
privada y diferenciada están en su derecho de elegirla y la Constitución lo
reconoce, pero la Administración no está por el contrario en la obligación de
financiarla. Quien quiera una escuela privada que se la pague. Pero el derecho
a una educación pública de calidad -ese sí es de todos los niños y niñas-, no
puede verse comprometido por un reparto de fondos (que es en realidad detraer
fondos de la Pública) argumentado de manera tan falaz. Esto se traduce en que el
alumnado de la concertada está siendo privilegiado sobre el resto porque a su
disposición se ponen más y mejores recursos e instalaciones.
En este país la concertada tiene el ancho del embudo, todos
los derechos y nuestro dinero (el público) y solo parte de las obligaciones. Y
para muestra estas instrucciones de cara al curso 2020-21, que la concertada
podrá adaptar “según su organización” mientras que para la Pública son de obligado cumplimiento.
Desde Escuelas de Calor lo tenemos claro. Volver a las aulas
sí, pero con un Plan de Emergencia Educativa que garantice:
- Seguridad sanitaria: distancia social, higiene y limpieza para evitar repuntes de la COVID-19.
- Menos ratio: atención educativa individualizada y de calidad que permita recuperar aprendizajes esenciales y realizar las adaptaciones curriculares necesarias.
- Más docentes: los que ya faltaban y los necesarios para la situación extraordinaria que se ha generado.
- Atención de calidad a las NEAE, sean por diversidad social, cultural y/o funcional, con orientadores/as, docentes y personal de apoyo suficientes y en condiciones laborales dignas.
- Más inversión que haga todo lo anterior posible, blindada con el 7% de PIB.
Al mismo tiempo que se garantiza la calidad educativa y la
seguridad sanitaria de la educación presencial, deben tener preparadas las
herramientas y recursos tecnológicos necesarios si llegase un nuevo escenario de
confinamiento en otoño. Que no vuelvan a darse situaciones de falta de equidad
en la atención educativa a distancia.
Señor consejero Imbroda y equipo técnico de la Consejería,
pónganse a trabajar. Tienen hasta septiembre. No vamos a arriesgar la salud de
nuestros hijos e hijas. Somos padres y madres responsables. Lo entiende,
¿verdad?