Llegó septiembre y todas las
familias nos preparamos para la vuelta al cole. Toca preparar mochilas,
material escolar, libros, ropa… y casco de obra. No habíais contado con
eso, ¿verdad? Pues en algunos centros están haciendo falta.
La Consejería de Desarrollo
Educativo y FP ha iniciado obras de bioclimatización durante el verano y en
bastantes centros aún no han terminado. Tenemos dos asuntos que dejar claros al
respecto:
1. Es
una absoluta falta de responsabilidad y demuestra que la planificación ha
fallado estrepitosamente porque a finales de septiembre las obras están sin
terminar. El curso ha empezado con obras de envergadura en ejecución.
2. Las
supuestas obras de “bioclimatización” son obras de reforma dentro del plan de
infraestructuras anual de la Consejería, pero no son la aplicación de la Ley
de Bioclimatización.
Una cantidad significativa de
alumnado y docentes están en centros donde la actividad lectiva se está viendo
afectada por obras que no han acabado y que suponen:
- - Reducción del horario lectivo pues el alumnado,
en algunos casos, está yendo a clase en días alternos.
- - Ruidos de obreros trabajando, golpes,
maquinaria… lo típico de una obra.
- - Polvo y suciedad, docentes teniendo que limpiar
sus mesas, alumnado haciendo lo propio o ensuciándose más de lo necesario,
personal de limpieza trabajando por encima de su tarea habitual.
- - Problemas de conexión a internet.
- - Agujeros en suelos y techos, materiales de
construcción en pasillos y aulas inutilizadas.
Si esto son condiciones seguras,
que baje Patricia del Pozo y lo vea.
Y lo sabían, cualquiera que hace
obras sabe que no se termina a tiempo porque siempre surgen imprevistos. Si eso
pasa cambiando el plato de ducha en una casa, qué no puede pasar cambiando las
ventanas de todo un colegio o instalando refrigeración adiabática en un
instituto. ¡Y con agosto por medio! Para empezar obras de este calado en el mes
de julio en centros educativos que inician su actividad el 1 de septiembre
(docentes) y la vuelta a clase el 15 (alumnado) hay que ser muy atrevido o
importarte muy poco que miles de niños y niñas andaluces pasen medio primer
trimestre en estas condiciones. O las dos cosas.
Y de algo circunstancial al
meollo del asunto: esto que están haciendo NO ES APLICAR LA LEY DE
BIOCLIMATIZACIÓN. This is not
the law of bioclimatization. Ce n’est pas la loi de la bioclimatisation. A
lo mejor diciéndolo en varios idiomas, se entera más gente. Podemos añadir las
lenguas cooficiales también, si gustan…
La ley de bioclimatización es
mucho más que poner placas fotovoltaicas y un sistema de refrigeración que ya
hablaremos de él en otra entrada.
La ley requiere de un desarrollo
reglamentario que no se ha hecho.
La ley de bioclimatización exige
la realización de auditorías o evaluaciones energéticas, que no se han hecho,
en los centros considerados prioritarios teniendo en cuenta criterios técnicos.
La ley
de bioclimatización establece que la Junta de Andalucía
dotará de financiación suficiente para llevar a cabo las valoraciones o
auditorías energéticas, las medidas correctoras recomendadas, la formación del
personal y la elaboración de las guías técnicas; presupuesto CERO hasta ahora.
La ley de bioclimatización exige
la elaboración de una “Guía técnica para la adecuación y la rehabilitación
ambiental bioclimática y el uso de energías renovables de los centros
educativos andaluces” en el plazo de 18 meses; cumplieron en febrero de 2022 y
seguimos sin ella.
La ley de bioclimatización exige no
sólo bajar la temperatura de los espacios educativos interiores sino también la
renovación del aire para que sean saludables; ni en pandemia con un virus que
se transmite por aerosoles se ha dado importancia a este aspecto de la ley.
La ley
de bioclimatización contempla el acondicionamiento del
entorno exterior de los centros educativos con vegetación y arbolado. Y el
planeta no está gritando que ya vamos tarde.
La ley habla
de participación de la comunidad educativa y de transparencia, y lo que tenemos
es propaganda y llamar a las cosas lo que no son.
Pues esto
es lo que hay.
Y a quien le haya tocado el premio, que lo disfrute, pero siendo conscientes de que no ha llovido del cielo ni es una repentina preocupación de nuestros gestores por las infraestructuras educativas públicas. Es que miles de familias lo pelearon, generaron un derecho para la comunidad educativa y una obligación para la Administración.
No olvidadlo, si
se hizo una vez, se puede repetir. Es cuestión de creer en el poder que tenemos
las personas, la gente pequeña cuando se organiza y lucha por el bien común.
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