No falla. Al igual que
sus antecesores/as al frente de la Consejería competente en Educación, Carmen Castillo reacciona a la legítima protesta de la comunidad educativa por el
incumplimiento de la ley de bioclimatización con anuncios de millones de
inversión y más obras de “bioclimatización”.
Como viene pasando
desde 2017, cuando la plataforma Escuelas de Calor inició su andadura por la
mejora de las condiciones térmicas de los centros educativos públicos, en
cuanto se anuncian movilizaciones, los responsables de la Consejería de
Educación ponen la máquina de anuncios grandilocuentes a toda velocidad. Su
intención no es otra que la de paralizar las acciones de protesta porque son
estas las que desmontan “su relato” autocomplaciente con su gestión.
Esta vez, Carmen
Castillo Mena, titular de la Consejería de Desarrollo Educativo y FP, anuncia
30 millones de inversión en
bioclimatización en 80 centros educativos más. O lo que es lo mismo, continuar
echando dinero de los fondos europeos en refrigeración adiabática sin asumir su
mantenimiento, lo que convierte 80 centros más en instalaciones con riesgo para
la salud por legionelosis u otras infecciones respiratorias.
La Junta de Andalucía
llama bioclimatización a la adiabática para fingir que está cumpliendo con la
ley y porque es un sistema que usa agua para bajar la temperatura del aire que
toma del exterior y mete en las aulas, en un inexacto y restringido concepto
del término, pero este sistema indicado para uso industrial sigue sin ser lo
que propone la ley. La verdadera bioclimatización usa medidas bioclimáticas
basadas en la naturaleza, que ya han demostrado en proyectos pioneros de
arquitectura ecosostenible que bajan la temperatura del interior de los
edificios sin tener que usar exclusivamente medidas de climatización activa.
Las medidas
bioclimáticas reales no sólo contribuyen a reducir el consumo eléctrico, como
marca la normativa para edificaciones de consumo casi nulo, sino que son una
herramienta idónea para frenar los efectos del cambio climático. Por no hablar
del uso educativo que pueden propiciar a su alrededor.
No sólo no vamos a
parar de defender la ley de bioclimatización y exigir su aplicación, sino que
tendrán que asistir a una escalada de acciones de protesta hasta final de
curso.
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