Cada vez más incertidumbre sobre la vuelta al colegio, pero no ya sobre las condiciones en que nos quieren hacer volver, sino sobre si volveremos a la educación presencial. Si se repitiese la situación excepcional de docencia telemática que debe estar contemplada en el protocolo COVID según las Instrucciones de la Viceconsejería de Educación de la Junta de Andalucía, no pueden repetirse los mismos errores y deficiencias, porque ya no podrían justificarse por la inmediatez ni la improvisación que usaron en marzo y abril, ya sería una negligencia y dejación de funciones denunciable.
Las instrucciones del 6 de julio de la Viceconsejería de Educación y Deporte para la organización de los centros docentes para el curso 2020-21 motivada por la crisis sanitaria del COVID-19 dice en su instrucción Quinta que los centros educativos elaborarán un protocolo de actuación COVID-19 para que los procesos de enseñanza aprendizaje se desarrollen con seguridad, teniendo en cuenta lo que determine la autoridad sanitaria en cada momento, adaptado al contexto específico del centro. Dicho protocolo debe contemplar tanto la situación de docencia presencial como la situación excepcional con docencia telemática.
Ateniéndonos al número de rebrotes, a la cantidad de contagios que está
habiendo y a que las autoridades sanitarias ya parecen contemplar la necesidad
de cerrar algunas o todas las escuelas, Escuelas de Calor considera fundamental
que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía preste atención a dos
cuestiones esenciales a las que se debe dar prioridad si llegase el escenario
de docencia telemática: una, garantizar la conectividad y el material
tecnológico necesario para que el alumnado de las familias más desfavorecidas
no se encuentre otra vez sin acceso a la educación online. Y dos, que el
alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) tenga asegurada
educación presencial en los casos que sea imprescindible, la mayoría.
Este alumnado, por sus especiales características, no se adapta a la
educación a distancia, necesita a sus docentes especialistas y necesita el aula del centro educativo para
que el proceso de enseñanza aprendizaje no se detenga y con ello su progreso en
el desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y de adaptación al medio. Ha
sido este alumnado el que ha pagado más alto precio el pasado curso durante el
confinamiento y esa situación no puede repetirse ni mantenerse sine die
sin poner soluciones.
La ratio de este alumnado permite -con las adaptaciones necesarias, la
valoración individualizada del EOE, del equipo docente y la opinión de su familia-, que sea
atendido presencialmente. Sus familias no pueden proporcionar en casa el
tratamiento educativo específico que requieren y no todas tienen recursos
económicos para proporcionarles terapias alternativas, que deberían ser siempre
un complemento a la atención educativa en el sistema educativo público que les
corresponde por derecho.
Por todo ello, exigimos que la Consejería de Educación trabaje ya en las
dos cuestiones básicas aquí aludidas por si llegase la situación excepcional de
docencia telemática, para que no se repitan la desatención y brecha social que
vimos hace tan solo unos pocos meses.
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