La Consejería de Educación ha anunciado que va a publicar instrucciones
sobre cómo debe continuar la enseñanza en esta recta final de curso y cómo debe
evaluarse al alumnado.
Para poder llenarse la boca con que son consensuadas con la comunidad
educativa, ha difundido un borrador a todos sus sectores para recoger sus
impresiones e incorporar las aportaciones que se haga desde ellos. La verdad
del cuento es que decide y lo somete a plebiscito. Y luego usa las fotos con
los representantes de la comunidad educativa para legitimar su decisión
unilateral. Nada nuevo, ni en tiempos de COVID-19.
Dado que las familias de la Plataforma Escuelas de Calor no
tenemos CIF, ni registro oficial y que ello nos deja sin eso que tanto viste,
“personalidad jurídica”, pero con una maravillosa libertad, nuestra legítima
opinión no es digna de ser tenida en cuenta para la "oficialidad", lo
cual no significa que no la expresemos desde nuestro espacio, ese de las
calles, de las redes, de las camisetas amarillas que llevamos con tanta
dignidad. Sabemos, no obstante, que la Consejería nos lee. Les pica la
curiosidad.
No vamos a entrar en valorar al detalle estas instrucciones, ni en sus
anexos que abundan en cada etapa educativa y tipo de enseñanza, y no lo haremos
por respeto a los y las docentes que es a quienes compete como profesionales
pronunciarse “técnicamente” al respecto. En cualquier caso, la mayoría han
demostrado que saben cómo hacer su trabajo, con y sin instrucciones e incluso a
pesar de ellas. Pero no podemos pasar por alto algunas cosas.
Dicen las instrucciones que “para hacer frente a esta grave y excepcional
situación, la Consejería de Educación y Deporte ha puesto a disposición de la comunidad
educativa todos los medios a su alcance para poder mantener las citadas
actividades educativas”. Nada más lejos de la realidad. Han sido el profesorado
y las familias las que han puesto los medios a su alcance para que el alumnado,
nuestros hijos e hijas, pudiesen seguir trabajando en casa. Han puesto
voluntad, datos, organización, conexión a internet, tiempo y tecnología (si la
tenían y la que tenían).
Se ha repetido hasta la saciedad que la brecha de clase social se ha visto
de manera muy evidente y también sus consecuencias: no todo el alumnado ha
podido seguir el proceso de enseñanza-aprendizaje en igualdad de condiciones
porque no estaba el elemento que intenta compensar esa desigualdad de partida,
que es precisamente la relación humana presencial que se da en las aulas entre
los docentes y su alumnado.
El señor Imbroda ha salido al paso de esta realidad a golpe de titular de
prensa: “Educación entregará 5600 tablets a alumnado de Bachillerato y FP para
que pueda formarse on-line”, (en las zonas más desfavorecidas). ¿Alguien se ha
parado a hacer la cuenta de a cuántas tablets caben? ¿Es este alumnado el más
desconectado? Cuando esto sale de los despachos y aterriza en la realidad se
ven los desajustes: que las cantidades que están llegando a los centros son
simbólicas y la medida acaba siendo lo que una tirita para una gran hemorragia.
El modus operandi de la Consejería, esta y las anteriores, es siempre el mismo:
1º titular y cifras, 2º parcheo indecente. Lo mismo pasó con el célebre plan de
choque de climatización de las aulas y los subsiguientes planes de
climatización.
Por lo demás, en la parte genérica de las instrucciones hay muchas cosas
razonables que, sin duda, la Consejería ha ido percibiendo en las distintas
voces de la comunidad educativa que se han ido alzando en este tiempo: adaptar
el curriculum a lo esencial, necesidad de coordinación docente, no empecinarse
en avanzar materia, tener en cuenta los aspectos personales y emocionales del
alumnado, evitar la sobrecarga, individualizar, realizar un informe de cada
alumno/a que sirva de punto de partida para el curso 2020-21, evaluación
continua, tener en cuenta para esa evaluación el trabajo realizado en la parte
presencial de este curso, que la repetición de curso sea excepcional…
Todo eso está muy bien. Y no nos cabe duda de que la mayoría del
profesorado ya tenía decidido, responsablemente y en el uso de sus
competencias, cómo iba a evaluar a su alumnado. Son profesionales y saben lo
que tienen entre manos. El problema para la comunidad educativa y para
el sistema educativo no está en el tercer trimestre y la evaluación, está en el
futuro inmediato.
Haría bien la Consejería en:
1. Activar el SIPRI como corresponde (y no como lo ha
hecho, tarde y racaneando) para que todo el alumnado termine
el curso con su maestro o maestra, sin que las bajas sin cubrir sobrecarguen al
profesorado en activo.
2. Estudiar qué recursos económicos puede poner encima
de la mesa, qué decisiones a nivel presupuestario puede tomar para las
adaptaciones que deben hacerse en el curso 2020-2021. (Empiece por investigar
si los fondos europeos del Plan de Refuerzo Estival se pueden usar de otra
manera, porque pinta que Sanidad no lo va a “bendecir”).
3. Tener muy en cuenta los informes del profesorado y
los equipos directivos de cara al curso que viene.
Porque insistimos: la crisis educativa desatada por la pandemia
no se soluciona ni con un Plan de Refuerzo Estival (de infausta memoria
reciente), ni con medidas improvisadas. Hará falta:
- Individualizar
el proceso de enseñanza-aprendizaje -algo que siempre se hace en la medida
que las imposibles ratios lo permiten-, pero que después del COVID-19 es
imprescindible.
- Hacer
desdobles de grupos, al menos en algunas materias, que permitan reducir
las ratios y tener grupos más homogéneos para recuperar al alumnado con
más desfase curricular después de esta crisis.
- Hacer
adaptaciones en el curriculum del primer trimestre del curso 2020-2021 que
permitan incluir los contenidos y competencias que se han quedado atrás en
este curso que ahora termina.
- REFORZAR
LAS PLANTILLAS DOCENTES EN TODOS LOS NIVELES EDUCATIVOS, sin
olvidar al personal docente y de apoyo al alumnado con NEAE, es
esencial para atender a la diversidad y que la educación sea inclusiva.
- Implementar
planes de refuerzo en todos los centros, con especial atención a los de
difícil desempeño, compensatoria o zonas más desfavorecidas.
- Reforzar
el uso de las herramientas digitales y garantizar la conectividad en todos
los hogares andaluces con menores en etapas educativas obligatorias y/o
estudiantes.
Estamos a la expectativa de ver el BOJA donde se publiquen las
instrucciones de cara al curso 2020-21. No queremos titulares y anuncios,
queremos realidades que garanticen que el alumnado de la Educación Pública
supera las brechas y los baches. No piense en ahorro ni en marketing, esto no
es una empresa, es un servicio público esencial y debe garantizar el derecho a
la educación de todos y todas. Para entonces quizás ya se pueda salir a las
calles si no vemos soluciones.
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