jueves, 9 de abril de 2020

LA CEJA SE DESPACHA CON UNA CIRCULAR “ACLARATORIA” QUE NOS PARECE UN INSULTO A LA COMUNIDAD EDUCATIVA

Desde que el pasado 13 de marzo la Junta de Andalucía suspendiera la actividad docente presencial mediante la Orden de la Consejería de Salud y Familias y la Instrucción de la Viceconsejería de Educación y Deporte, la comunidad educativa se ha organizado interpretando unas instrucciones imprecisas a la luz de su sentido común, el conocimiento de la realidad propia, los recursos disponibles y el saber pedagógico del cuerpo docente. Y sin embargo, ahora sale una Circular de la Dirección General de Ordenación y Evaluación Educativa, después de 20 días, a aclarar dudas y dar orientaciones, lo que debió hacer hace mucho tiempo.

Desde nuestro punto de vista como familias la Circular habla de obviedades, tales como que el objetivo es que ningún/a alumno/a se vea afectado en su proceso de aprendizaje y su rendimiento -imposible, dicho sea de paso-, que son necesarios mecanismos de trabajo colaborativo entre docentes, que es necesaria la coordinación pedagógica, la orientación educativa, el apoyo emocional…

Al margen de las obviedades, hay cosas que quedan claras: que se respetan las fechas correspondientes a la Semana Santa como vacaciones o periodo no lectivo y que hay que adaptarlo todo a la situación generada por el COVID-19.

Es llamativo que apele a las familias y a su responsabilidad social y a las AMPA, esas a las que la Consejería ha tachado de “colonizadoras” de centros educativos en otras ocasiones. Será que como ahora tiene garantía de que los padres y madres estamos en casa, nos ve con otros ojos. A pesar de la importancia que reconoce a las familias y a su organización en esta situación, apenas nos dedica de manera específica un párrafo de 7 líneas en 8 páginas de Circular.

Olvida esta circular, sin embargo, que la situación en muchas familias no es la óptima para revisar tareas escolares porque el problema en sus casas es el ERTE, el familiar enfermo o, en el peor de los casos, una economía sumergida (no elegida) que ahora no les da derecho ni a pedir desempleo. Llenar el frigorífico y ver cómo van a salir adelante sin ingresos es ahora su preocupación principal.

No todas las casas de Andalucía tienen un ordenador disponible para cada hijo/a (alumno/a del sistema educativo), ni quizás tenga conexión a internet, ni impresora, ni una persona adulta que haga las veces (porque sustituirlo, nunca) de maestro/a. La brecha digital y de clase (“circunstancias socioeconómicas”, dice la Circular) parece que se sortea con el Pasen (también digital y cuyo servidor no da para el uso masivo actual) y con el teléfono o el correo postal. Eso sí, cuando todo vuelva a la normalidad habrá programas de refuerzo para este alumnado que se quede irremediablemente atrás. Esperamos que no sea como el programa de refuerzo estival del curso pasado.

Todo el afán se centra en garantizar que el proceso de enseñanza-aprendizaje tenga continuidad, como si pudiese seguir como si nada pasase por vía telemática y la varita mágica de la coordinación docente. Pero no puede ser como dice la Circular, los y las docentes no pueden “cumplir su programación didáctica y avanzar en la medida de lo posible”, eso es imposible en algunos niveles educativos y hasta poco recomendable dada la desigualdad de recursos existentes en la comunidad educativa y su diversidad. La teleformación no se improvisa y la innovación metodológica que ahora quieren tampoco.

Ahora hemos visto que un centro TIC es más que una placa de metacrilato en la fachada de un colegio o instituto, más que una pizarra digital que sustituye a ratos la tiza. En realidad, las herramientas digitales no se han venido usando habitualmente (porque las infradotadas aulas TIC no lo permiten), no todo el profesorado las ha incorporado y, por supuesto, tampoco las familias estamos al tanto de ellas.

Que los docentes tienen que adaptarse a la situación es algo que ya vienen haciendo, lo hacen en la educación presencial y ahora. Pero esa adaptación en contenidos, metodología y evaluación, no significa que el curso tenga continuidad, tiene continuidad el trabajo docente y discente, pero el proceso de enseñanza-aprendizaje no va a ser el mismo ni tampoco sus resultados. La relación humana que se da en dicho proceso es insustituible.

Es paradójico también que se cite en esta circular “la necesidad de hacer efectivos los principios de educación inclusiva y accesibilidad universal”, esos que no se tienen en cuenta por la Administración educativa viendo como vemos la escasa dotación de recursos para la atención a la diversidad que se ponen a disposición de los centros docentes (recordemos que ese ha sido el caballo de batalla de este curso escolar, el personal docente y de apoyo que falta en colegios e institutos: PT, PTIS, AL, ILSE, Mediadores comunicativos y Educadores sociales).

En síntesis, la realidad supera a los Boletines Oficiales y es tan variada que no puede meterse en una Circular por muy bienintencionada que sea. El curso terminará, y seguro que todos los sectores de la comunidad educativa vamos a poner lo mejor de nosotras para que sea de la mejor manera posible, pero lo mejor que podemos obtener de esta etapa de confinamiento combinado con la Educación Pública es que hayamos aprendido la importancia de la equidad y la necesidad de invertir los recursos necesarios para mejorar su calidad y garantizar la igualdad de oportunidades para todos y todas.

Ojalá después de esta crisis la Consejería siga valorando a los y las docentes, el papel de las familias, la importancia de la innovación metodológica, la autonomía de los centros, las herramientas tecnológicas, que no se olvide de la brecha digital y de clase, la necesaria inclusión educativa y la importancia de reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. Si algo nos está enseñando esta crisis es la importancia de lo Público. Hay que aplaudirlo, pero también defenderlo. 

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