Allá por el mes de abril de 2019, la Consejería de
Educación de la Junta de Andalucía con Javier Imbroda a la cabeza anunciaba a
los cuatro vientos que había encontrado poco menos que la piedra filosofal, el “Plan
de Refuerzo educativo y deportivo estival”.
Pretendía con él, destinándolo a Primaria, combatir
las altas tasas de abandono escolar temprano -que no se dan precisamente en esa
etapa educativa-, reforzando las competencias de matemáticas, lectura e inglés
a la vez que los chicos y chicas practicaban deporte. ¿Cuándo? En el mes de
julio. ¿Dónde? En las aulas andaluzas; sí, esas que en mayo superan los 35
grados.
El Plan fue un rotundo fracaso. Se apuntaron apenas un
1% del alumnado y 1.824 maestros y maestras. Quedó claro que la comunidad
educativa rechazaba su Plan, conocedora de que en un mes -menos aún si es el de
julio- no se sientan las bases para erradicar el fracaso escolar y de que las
infraestructuras educativas andaluzas sin climatizar lo hacían inviable per
se.
Pero el señor Imbroda se mostró orgulloso de haberlo
planificado en 3 meses y haber destinado a él 10,5 millones de euros de fondos
europeos. Llenó con ello titulares de prensa, que en definitiva era lo que
convenía a su imagen.
Este año, ante la situación de emergencia sanitaria que
ha llevado al cierre de los centros educativos desde mediados de marzo, el
consejero vuelve a la carga. Se ve que su fracasado Plan de Refuerzo Estival lo
ve útil tanto “para un roto como para un descosido”.
Ahora cree tener la coyuntura perfecta y ya ha
decidido volver a ponerlo en marcha en el mes de julio de este año para
reforzar a esa parte del alumnado que peor ha podido continuar con el proceso
educativo durante el confinamiento. Incluso presume de haberlo “exportado” a
otras comunidades autónomas. Su competencia en marketing queda demostrada, pero
como consejero de educación es más que mejorable.
Las familias de Escuelas de Calor nos preguntamos:
¿Tiene el señor Imbroda la seguridad de que Sanidad
le va a permitir poner en marcha dentro de poco más de 2 meses? ¿Y si la
desescalada no lo permite? ¿Es responsable ofrecer ya una medida que no
sabemos si será viable?
Cuando expertos epidemiólogos y la propia OMS dice que
la desescalada tiene que ser muy cuidadosa, ¿es capaz el señor Imbroda de
garantizar a las familias que ese plan estival cumplirá con las medidas de
seguridad e higiene frente al COVID-19? ¿Cómo van a ser para toda la
población dichas medidas y en especial para los niños y niñas? ¿Cuánto presupuesto
va a dedicar a garantizar esa seguridad e higiene (desinfección de espacios, dispositivos
de jabón, dispensador de papel de secado de manos, geles…)? ¿Tiene garantías el
señor consejero de Educación que Sanidad va a homologar su plan estival?
Para las familias este es un requisito esencial.
Después de muchas semanas de confinamiento, en las que
la infancia de este país se ha visto sometida a un choque emocional y unas
circunstancias vitales sin precedentes, que ha sido la gran olvidada salvo en
lo estrictamente académico (deberes y tareas escolares), ¿es lo mejor para su salud
física, psícológica y emocional meterse en clases estivales? ¿No es mucho
más aconsejable que vayan recuperando contacto con la vida de antes poco
a poco sin presiones añadidas?
¿Ha olvidado el consejero que los centros
educativos siguen sin bioclimatizar en Andalucía?
Ya lo hemos venido diciendo días atrás, ante una
situación extraordinaria las soluciones tienen que ser medidas extraordinarias.
No improvisadas y mucho menos implementadas sin la opinión y el consenso de
toda la comunidad educativa. Querer aplicar el plan de refuerzo estival a esta
crisis nos parece un empecinamiento sin sentido, salvo que el objetivo oculto
sea el mismo que el curso pasado: titulares de prensa y mejorar la deteriorada
imagen de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.
Para Escuelas de Calor la solución a la emergencia
educativa generada por el COVID-19 debe pasar por medidas que se gesten
ahora con la información que el profesorado y los Consejos Escolares trasladen
en la evaluación final del curso (algo que debe ir más allá de calificaciones
escolares). Ese diagnóstico permitirá saber a lo que nos enfrentamos el curso
que viene.
Dichas medidas deben aplicarse en el curso 2020-2021. Y para
ello debe haber presupuesto que refuercen las plantillas docentes en todos
los centros educativos, con mayor incidencia en aquellos donde la brecha
social, digital y educativa haya sido mayor.
A priori, teniendo en cuenta lo que como familias
hemos observado en nuestra Plataforma, será necesario:
-
Individualizar el proceso de enseñanza-aprendizaje
-algo que siempre se hace en la medida que las imposibles ratios lo permiten-,
pero que después del COVID-19 es imprescindible.
-
Hacer desdobles de grupos, al menos en algunas
materias, que permitan reducir las ratios y tener grupos más homogéneos para
recuperar al alumnado con más desfase curricular después de esta crisis.
-
Hacer adaptaciones en el curriculum del primer
trimestre del curso 2020-2021 que permitan incluir los contenidos y
competencias que se han quedado atrás en este curso que ahora termina.
-
REFORZAR LAS PLANTILLAS DOCENTES EN TODOS LOS NIVELES
EDUCATIVOS, sin olvidar al personal docente y de apoyo al alumnado con NEAE.
-
Implementar planes de refuerzo en todos los centros,
con especial atención a los de difícil desempeño, compensatoria o zonas más
desfavorecidas.
Estas medidas o similares deben estar disponibles desde el
comienzo de curso, o como muy tarde el 1 de octubre de 2020, para que sean
efectivas y el alumnado se vea atendido en sus necesidades educativas, que no
olvidemos es un derecho que les es reconocido por las leyes. Esta crisis no
puede pasar factura a nuestros niños y niñas, más allá de la situación socioeconómica
que, como toda la sociedad, van a padecer en mayor o menor medida.
Por otra parte, en el medio plazo, consideramos
esencial que se haga un esfuerzo para que las brechas de todo orden (digital,
social, de recursos…) que han sido evidenciadas con esta crisis y la educación
en el confinamiento vayan desapareciendo. No se trata de volver a la situación
de “normalidad” de antes, porque ahora hemos visto que esa “normalidad” deja a
mucha gente atrás, la desigualdad es real y no podemos mirar para otro lado. La
desigualdad social en el ámbito de la Educación Pública no es permisible,
la educación tiene una función social de compensar desigualdades que no se está
cumpliendo y ahora ha quedado patente.
Los centros educativos públicos deben ser TIC de verdad, es
decir, deben tener los medios tecnológicos necesarios que permitan introducir
en la metodología didáctica herramientas de teleformación, de forma que sean un
recurso a disposición de todo el alumnado y profesorado sin excepción. Ello no
significa que se renuncie a los métodos de enseñanza presenciales, estos siguen
siendo la base del proceso educativo, pero es importante que toda la comunidad
educativa esté familiarizada con herramientas que tan necesarias han sido en
esta etapa de confinamiento. Sobre todo cuando se alerta de posibles brotes futuros, que ojalá
no se produzcan.
Igualmente, debe garantizarse la conectividad en
todos los hogares andaluces.
Si de esta crisis hemos aprendido que lo público es esencial y debe reforzarse, la Educación Pública no debe quedarse atrás. Si hemos visto que los recortes en Sanidad ha debilitado el sistema dejándonos más expuestos ante una emergencia sanitaria y eso hay que corregirlo, también hemos visto por dónde hace aguas el sistema educativo y dónde hay que actuar para que la equidad sea real. Pongan los recursos necesarios para ello. No hay excusas.
Si de esta crisis hemos aprendido que lo público es esencial y debe reforzarse, la Educación Pública no debe quedarse atrás. Si hemos visto que los recortes en Sanidad ha debilitado el sistema dejándonos más expuestos ante una emergencia sanitaria y eso hay que corregirlo, también hemos visto por dónde hace aguas el sistema educativo y dónde hay que actuar para que la equidad sea real. Pongan los recursos necesarios para ello. No hay excusas.
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