jueves, 5 de marzo de 2020

LAS AMPA, ¿AGENTES DE CAMBIO EN LA ESCUELA PÚBLICA?


Entrada publicada el 20 de enero de 2020

Si dentro de un centro educativo hiciésemos una encuesta sobre qué es una AMPA seguro que hay acuerdo mayoritario en que es un grupo de madres y padres (muchas más las primeras que los segundos) que intentan colaborar con el centro y que participan sobre todo en fiestas y mejora de las instalaciones (cortinas, algunos desperfectos, excursiones...).

Pero, ¿qué hay de su labor reivindicativa del derecho a la calidad educativa? Quizás este aspecto no sea tan señalado, a pesar de que en la mayoría de los estatutos de las AMPA aparece entre sus finalidades.

Y de cumplir con esta labor de defensa de la educación pública, ¿hasta dónde y cómo debe hacerlo? La mayoría responderá que realizando una petición por escrito ante la Delegación Territorial educativa pertinente y/o ante la Federación de AMPA de la provincia. Y esperar a que sean atendidas, por supuesto.

La experiencia dentro de la plataforma Escuelas de Calor, donde hemos confluido AMPA y familias con una larga trayectoria de participación en el mundo asociativo de las familias en la educación pública, ha sido una oportunidad para aprender juntas a partir de una necesidad y un objetivo común: la mejora de las condiciones térmicas de los centros educativos donde estudian nuestros hijos e hijas. En ese aprendizaje colectivo, cada una ha tenido un punto de partida, pero en definitiva las conclusiones han sido las mismas:
- Las estructuras federativas no son, en líneas generales, útiles a las AMPA más allá de los meros trámites burocráticos o administrativos y la cobertura de la póliza colectiva de seguro.
- Lo útil es empoderarse y actuar unidas. La unidad de acción es eficaz porque juntas somos más fuertes.
- Se deben utilizar las redes sociales y los medios de comunicación para visibilizar el movimiento.
- Hay que agitar a todas las fuerzas políticas institucionales y/o al organismo de la Administración competentes en la solución del problema.

Analicemos cada uno de estos aspectos, siempre desde nuestra experiencia.

Desde el minuto uno de aquella primavera de 2017 en que nació EDC, se vio que la Federación de AMPA sevillana no hizo sino intentar tomar el control y actuar como intermediaria de nuestro movimiento ante la Administración educativa.

Básicamente lo hacía con 2 intenciones: una, aparecer ante las  AMPA como necesaria, y dos, canalizar el malestar para que no fuese molesto al “poder”, al gobierno de la Junta de
Andalucía. En la Junta Directiva de la FAMPA de aquel momento había conexiones políticas partidistas evidentes, como así se ha demostrado en las elecciones municipales de 2019.

Nadie muerde la mano que le da de comer y las federaciones manejan ingentes cantidades de dinero público (vía subvenciones) que se utiliza para mantener sus propias estructuras, pero que es poco aprovechado por las AMPA federadas. Lo mismo se aplica a la CODAPA, pues la Confederación no es sino una réplica de esta organización, aunque a nivel autonómico. Es por ello que hoy por hoy son de muy poca utilidad directa para las AMPA, empiezan y terminan en representar pero contando poco con las representadas.

Afortunadamente, la actual FAMPA de Sevilla también ha aprendido de la experiencia y hace verdaderos esfuerzos por mantenerse al margen de ese modelo, pero estando en CODAPA se encuentra con verdaderas limitaciones para no ser una federación al uso.

Por tanto, nada más útil que empoderarse como familias de la Educación Pública y lanzarse a la acción. Está bien participar en las actividades festivas o conmemorativas de los colegios e institutos, pues las familias somos parte de la comunidad educativa y eso es fruto de enriquecimiento mutuo, pero sin olvidar que tenemos mucho más que aportar: defender una educación pública de calidad.

Nos han ido queriendo arrinconar, convencernos de que nuestro papel es sólo ese o recoger fondos para suplir las carencias materiales que hay en los centros (copago), pero nada más lejos de la realidad. Máxime, cuando corren malos tiempos para la Pública que, a base de recortes, está siendo desmantelada “en nuestras propias narices”.

La experiencia de EDC poniendo el calor en las aulas andaluzas en la agenda política de nuestra comunidad autónoma, lo demuestra. De no habernos empoderado, reunido en asamblea, organizado y llevado a cabo acciones sin más tutela que nuestra inteligencia colectiva, no habríamos llegado hasta aquí. De haber dejado en manos de la FAMPA nuestra reivindicación, a estas alturas no habría sino una foto de la reunión entre la federación y la Delegada o Consejero de turno de la Junta de Andalucía. Por el contrario, hay una ley de bioclimatización en el Parlamento andaluz y la lucha sigue. 

Otra lección aprendida es que las AMPA somos un movimiento político, aunque no partidista. Conviene pararse en esto porque es generalizada la opinión de que las familias de los centros educativos no debemos “meternos en política”. Claramente esta idea surge de la confusión de política con partido político, aunque son cosas muy diferentes.

En la medida que la política es la participación en asuntos públicos (lo dice el diccionario), las AMPA estamosmetiéndonos en política, solo que lo hacemos al margen de los partidos políticos, con los que sólo nos relacionaremos a nivel institucional en la medida que sean vehículo para solucionar nuestras demandas, aspecto por otra parte inevitable pues el poder para gestionar los centros educativos y la Educación como servicio público reside en la Administración que sostienen los diferentes partidos políticos cuando ganan las elecciones en el sistema democrático en que vivimos.

Igualmente hacen política las asociaciones de consumidores, de vecinos, culturales, ecologistas, animalistas y un largo etcétera.

Como conclusión y respondiendo a la pregunta que da título a este artículo de opinión, va siendo hora de que las familias de la Educación Pública vayan creyendo en el poder que tienen como agentes de cambio en la escuela. Empoderarse no es sino tomar conciencia de las capacidades propias y ponerlas al servicio de la transformación de la realidad. Si ese proceso se hace desde lo colectivo, organizándose desde abajo, en un plano de igualdad, por un fin común y con perseverancia, estaremos dando pasos hacia el éxito.

Somos libres. Somos soberanas. Somos Escuelas de Calor. 

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