Hace tiempo que deberíamos haber dedicado una entrada a este tema tan controvertido. Si lo hacemos ahora en porque nos hemos sorprendido con un proyecto que nos usa para publicitar su idea de mejorar coles a través de iniciativas “educativas” que, en definitiva, implican una inversión para la que deben recaudar fondos.
Queremos dejar claro que el movimiento de AMPA “Escuela de Calor” nada tiene que ver con un vídeo que se ha puesto en circulación sobre un proyecto para mejorar las condiciones bioclimáticas de centros educativos. Consideramos que se nos ha utilizado como reclamo dado que somos referente en la lucha por la bioclimatización de centros educativos. Se nos alude de manera directa, se usa nuestro nombre, fotos de nuestro movimiento y noticias de la prensa que se hizo eco de nuestra lucha, pero no hemos dado permiso para ello. Ya hemos pedido que se retire ese vídeo que parece vincularnos al copago como vía para mejorar instalaciones educativas, algo que entra en franca contradicción con nuestro objetivo y trayectoria como movimiento.
Y ahora vamos con el copago. De unos años a esta parte con más intensidad -tanta que ya se cuenta en muchos casos con “vamos a pedírselo a la AMPA”- se ha establecido como normal que las AMPA sufraguen con sus fondos materiales y recursos que la Administración educativa no provee a los colegios e institutos (como es su obligación, responsabilidad y competencia ineludible). Que falta un proyector… la AMPA. Que hay que poner un toldo… la AMPA. Que hace mucho calor y ni Junta ni Ayuntamiento se toman el tema en serio… la AMPA.
Cierto es que las AMPA son organizaciones que dinamizan la vida de los centros educativos y para ello muchas veces llevan proyectos adelante que deben autofinanciar, pero eso no es copago en la medida que es una iniciativa propia que complementa la educación que se desarrolla en el centro. Nos referimos a cuando hacemos un cuentacuentos o el día del libro, para fomentar la lectura; actividades para el día de la mujer, de Andalucía, el 20N, de educación ambiental, la fiesta del otoño, chocolatada en navidad... Las AMPA hacemos muchas cosas en los coles y en los institutos que nos las guisamos y nos las comemos y, por tanto, las pagamos. Eso no es copago.
Estamos hablando de COPAGO cuando lo que se intenta que cubran las AMPA son materiales y recursos necesarios para la impartición de clases (caso de proyectores, ordenadores del aula TIC…) o para mejorar las instalaciones e infraestructura del centro (ventiladores, toldos, ventanas, persianas…). Esto no es nuestra competencia ni nuestra obligación y al hacerlo consentimos que se vulnere el derecho a una educación de calidad, que debe darse en condiciones materiales dignas y adecuadas, y que ya pagamos con nuestros impuestos.
Además, cuando mejoramos con COPAGO un centro educativo estamos generando desigualdad entre niños y niñas, de un mismo barrio, incluso. ¿Qué pasa con aquellas a las que toca un centro sin AMPA o con una AMPA de pocas familias asociadas? ¿No tienen derecho a instalaciones igual de dignas? ¿Y las AMPA de zonas desfavorecidas, qué pasa si no hay para cuotas extra o para comprar boletos en la tómbola?
Hasta estaremos influyendo en la escolarización y poniendo en peligro plazas de la educación pública, pues todas las familias querrán que su hijo o hija asista al cole del barrio con mejores instalaciones. ¿Se perderán plazas en el otro si baja la matrícula? Las consecuencias del COPAGO son muy serias para tomárselo a la ligera.
Y centrándonos en la bioclimatización, llevamos 2 años unidas en un objetivo común. Ya cuando empezamos, había muchos coles a los que la AMPA había climatizado a base de aires acondicionados. Pero ese no es el camino, y a las razones antes explicadas hay que añadir las razones ecológicas. La solución tiene que ser bioclimática y tirando de energías renovables, que no eleven el consumo eléctrico ni contaminen el medio ambiente.
No podemos ni debemos ir “a lo práctico”. Ni el planeta, ni la comunidad educativa se lo pueden permitir. Es la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía la que tiene la obligación de dotarnos de las condiciones materiales para que la educación pública de calidad sea un hecho y un derecho efectivo.
Hay una Ley en trámite que Escuela de Calor ha ayudado a parir desde abajo, como movimiento social, y actuaciones de COPAGO nos debilitan como movimiento y reducen la presión social que podemos ejercer sobre los representantes políticos que deben aprobar este texto legislativo que nos igualará a todas y establecerá obligaciones para la Administración educativa para el futuro, gobierne quien gobierne.
¿Recordáis el verano de 2017 y el plan de choque? Ese que parcheó apenas el 1% de coles e institutos. Entonces dijimos, #TodasSomos99. Pues igual seguimos, porque somos solidarias, creemos en la equidad y defendemos la educación pública de calidad. NO AL COPAGO. ¡Ley de Bioclimatización ya! ¡Aulas Sí, Saunas No!
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